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ARCANO IX - EL ERMITAÑO...


ARCANO IX – EL ERMITAÑO
El Arcano Mayor nº 9, El Ermitaño, es conocido con diferentes nombres según el tarot, entre ellos El Ermitaño, el Viejo, el Sabio, Diógenes, el Capuchino, el Pobre, el Tiempo, el jorobado.
La imagen de la carta nos muestra un hombre viejo con una barba bastante larga que en general es blanca, es imagen de un sabio.
Para caminar utiliza un bastón, que parece hecho simplemente con una rama.
En la mano derecha sostiene un farol que iluminará el camino que transita.
Su mirada está fija y dirigida hacia adelante, sin mirar el camino que pisará.
Sus vestimentas son parecidas a las de un monje o un peregrino. Lleva capucha, que en algunas imágenes le cubre la cabeza.
En algunos tarots está representado por un Ángel de edad avanzada que se apoya en dos muletas para avanzar.


Es símbolo de un maestro que ayuda a quienes se han perdido. 


El Ermitaño es signo de prudencia y de que la verdad ha sido desvelada.
Es un personaje místico que ha hecho un lugar en su corazón a la divinidad.
Es el ser que está por venir.
Sus referencias históricas datan a Diógenes con la linterna o a Matusalén.
Si describimos sus significados generales deben estar la sabiduría y el misticismo, pero no deben faltar la cautela y la prudencia.
El Ermitaño es un ser aislado, y este aislamiento puede ser indicio de retraimiento, insociabilidad.
Aquellos que estén dedicados a la búsqueda de la verdad están destinados a vivir aislados del mundo.
Es imagen de experiencia.
Si en la tirada de Tarot la carta sale derecha, indica prudencia.
Hay que examinar las cartas que le siguen en la tirada, pues ilumina a las anteriores y evita las siguientes.
Es momento de silencio.

 Es tiempo de reflexionar sobre lo que uno ha estado haciendo. Es imagen, patrimonio, imperturbable del pasado.
Por el contrario, si la carta sale invertida, es símbolo de imprudencia, hipocresía y de egoísmo.
Es augurio de oscuridad no sólo en cuanto a iluminación, es todo aquello a lo que le falta luz tanto espiritual como material.
Indica falta de fé, desánimo, pobreza y lo que es peor, avaricia.
A quién le salga esta carta invertida, es sinónimo de haber perdido el camino.
En relación a la familia, es una carta poco favorable para el matrimonio y las relaciones amorosas.
En la salud, indica reumatismo, pero también una larga vida. Se puede sufrir de ciertas manías, sobre todo de persecusión.
Se lo asocia a profesiones tales como científico, filósofo, médico, espía.
El ermitaño tradicional es un personaje barbudo, duro, que se ha retirado de la compañía de los hombres para vivir una vida de reclusión y pena.
Esta carta representa este concepto.
El Ermitaño representa el deseo de escapar del tener y gastar de la sociedad para focalizar la atención en el mundo interior.
El busca respuestas dentro y sabe que ellas llegarán sólo con paz y soledad.
Llega un punto en la vida en el cuál comenzamos a cuestionar lo obvio.
Sentimos que hay una realidad más profunda y comenzamos a buscarla.

 Esta es una búsqueda solitaria ya que las respuestas no se hallan en el mundo externo, sino en nosotros mismos.
El Ermitaño en la Carta 9 nos recuerda a Diógenes, el Griego ascético que se dice fue con una linterna en la mano a buscar un hombre honesto.
Diógenes es el símbolo de la búsqueda de la verdad que el Ermitaño espera descubrir eliminando las distracciones.
En las lecturas, El Ermitaño suele sugerir la necesidad de tiempo, un período de reflexión en el cuál las distracciones sean limitadas.
En tiempos de acción y alta energía él representa el centro de calma que debe ser creado para el balance.
El puede también indicar que en algún momento es necesario o aconsejable retirarse.
Además, el Ermitaño puede representar búsquedas de todo tipo, especialmente para un entendimiento más profundo de la verdad de una situación.
"Busca", y "encontrarás", se nos ha dicho, y entonces el ermitaño será nuestra guía.
Podemos recibir ayuda de maestros sabios, y a cambio, ayudar a otros a medida que nosotros progresamos.
En una tirada, esta carta nos avisa que hemos de tener paciencia
Como persona: Persona prudente que camina despacio.
Como resultado: Lo que esperábamos llegara, pero con retraso


Y si El Ermitaño hablara…
He llegado al final del camino, allí donde lo impensable se presenta como un abismo.
Ante esta nada, no puedo avanzar.
Solo puedo andar hacia atrás, contemplando ya lo recorrido.
A cada retroceso formo ante mí una realidad.
Entre la vida y la muerte, en una crisis continua, mantengo encendida mi linterna, mi consciencia. Me sirve, por supuesto, para guiar los pasos de quienes me siguen por la vía que he abierto. Pero brilla también para señalarme a mí mismo: he llevado a cabo toda la labor espiritual que debía hacer. Ahora, oh misterio infinito, ven en mi ayuda.
Poco a poco, he ido deshaciéndome de las ataduras. Ya no pertenezco a mis pensamientos. Mis palabras no me definen. He vencido mis pasiones: desprendido del deseo, vivo en mi corazón como en un árbol hueco.
Mi cuerpo es un vehículo que veo envejecer, pasar, desvanecerse como un río de curso irresistible.
Ya no sé quién soy, vivo en la ignorancia total de mí mismo.
Para llegar a la luz, me adentro en la oscuridad.
Para llegar al éxtasis, cultivo la indiferencia.
Para llegar al amor a todo, me retiro en la soledad.
Allí, en el último recoveco del universo, es donde abro mi alma como una flor de pura luz.
Gratitud sin exigencia, la esencia de mi conocimiento es el conocimiento de la Esencia.
Por el camino de la voluntad, he llegado hasta la cima más alta.
Soy llama, luego calor, luego luz fría.
He aquí que brillo, que llamo y espero.
He conocido mi soledad completa.
Este ruego va directamente de mí a mi Dios interior: tengo la eternidad delante de mi espalda.
Entre dos abismos he esperado y seguiré esperando.
Ya no puedo avanzar ni retroceder por mí mismo: necesito que vengas.
Mi paciencia es infinita, como tu eternidad.
Si no vienes, te esperaré aquí mismo, pues esperarte se ha convertido en mi única razón de vivir.
¡Ya no me muevo!
Brillaré hasta consumirme.
Soy el aceite de mi propia lámpara, este aceite es mi sangre, mi sangre es un grito que te llama.
Soy la llama y la llamada.
He cumplido mi cometido.
Ahora solo tú puedes continuarlo.
Soy la hembra espiritual, la actividad infinita de la pasividad.
Como una copa, ofrezco mi vacío para que sea colmado.
Porque me he ayudado a mí mismo, ahora ayúdame tú.
Fuente: Fragmento del Arcano “El Loco” del libro “La via del Tarot” de Alejandro Jodorowsky